Por Alicia Barco Andrade Autora del libro «Bienvenidos al Humanismo Digital» y Especialista en Transformación Pública
La transformación digital en la Gestión Pública ha pasado la etapa de la mera migración de trámites al mundo virtual. Hoy, la gran frontera de la eficiencia y la integridad del Estado no reside en cuántos bytes se publican, sino en cuán efectivamente el Gobierno logra que esos datos se traduzcan en confianza ciudadana.
Tenemos normativas de Datos Abiertos y transparencia que obligan a las entidades a publicar información. Sin embargo, en la práctica, el ciudadano promedio se encuentra con tablones de Excel inaccesibles, jerga técnica y gráficos indescifrables. El resultado es paradójico: publicamos más que nunca, pero la confianza institucional sigue en mínimos históricos.
Aquí es donde el Humanismo Digital (HD) entra en juego, proponiendo un nuevo contrato social basado en la transparencia con dignidad humana.
El Salto Ético: De la Transparencia Legal a la Comunicación Estratégica
La publicación de datos abiertos es un requisito legal de ética mínima; la Comunicación de Datos Abiertos es una estrategia de integridad máxima. Simplemente, «colgar» el PDF o el dataset en un portal no es transparencia; es un acto burocrático que perpetúa la distancia entre el Estado y el ciudadano.
El Humanismo Digital nos obliga a preguntarnos: ¿La tecnología está sirviendo a la persona o a la burocracia?
Para que los datos abiertos construyan confianza, deben cumplir con tres principios de nuestro enfoque HD:
- Accesibilidad Humana: Los datos deben ser fáciles de encontrar, de descargar y, sobre todo, de entender. La información sobre ejecución presupuestal, programas sociales o licitaciones no debe requerir un doctorado en economía para ser digerida.
- Justicia Algorítmica: La IA y los softwares que se alimentan de esos datos deben ser diseñados para eliminar sesgos y garantizar la equidad. Si los datos abiertos revelan disparidades en el acceso a programas de empleo, por ejemplo, el Estado tiene la responsabilidad ética de reajustar sus algoritmos.
- Dignidad en el Diseño: Los datos sensibles del ciudadano (personales, de salud, laborales) deben ser gestionados bajo principios estrictos que garanticen la privacidad, incluso mientras se promueve la transparencia. La integridad comienza por la protección del individuo.
La Hoja de Ruta para la Confianza Ciudadana
Las entidades públicas no necesitan más datos, necesitan mejores comunicadores de datos. Mi propuesta para líderes de la Gestión Pública pasa por un cambio de enfoque estratégico:
- Visualización Ética de Datos: Transformar tablas complejas en storytelling visual. Los gráficos deben ser sencillos y enfocados en el impacto que tiene el dinero público en la vida de las personas, no solo en porcentajes de ejecución.
- Transparencia Proactiva y Contextualizada: No esperar a que el ciudadano pregunte. Se trata de usar los canales digitales para explicar por qué un dato es relevante y qué acción está tomando el Gobierno al respecto. La comunicación se convierte en la voz del dato.
- Posicionamiento de la Integridad: Utilizar la comunicación de datos como una estrategia de Branding para la gestión. Cuando la transparencia se vuelve una política de comunicación constante y de alto nivel, se construye un capital político irremplazable: la legitimidad.
En la era del Humanismo Digital, la integridad no es un documento de cumplimiento, sino la suma de cada dato abierto, éticamente comunicado. El futuro de la Gestión Pública reside en la capacidad de sus líderes para convertir los Big Data en el gran motor de la Confianza Ciudadana. Es un imperativo ético y la única vía para que el Estado recupere su rol de facilitador y no de obstáculo.

